'EL SUR': conocer, crecer y recordar

Ficha técnica:
Ficha técnica: España/Francia. Argumento y guión: Víctor Erice, a partir de un relato de Adelaida García Morales. Fotografía: José Luis Alcaine. Música: Piezas de Ravel, Schubert y Granados, Montaje: Pablo G. del Amo. Producción: Elías Querejeta, P.C., TVE y Chloe Productions. Jefe de producción: Primitivo Alvaro. Duración: 93 min. Ficha artística: Omero Antonutti (Agustín), Sonsoles Aranguren (Estrella, 8 años), Icíar Bollaín (Estrella, 15 años), María Massip (Estrella adulta, voz en off), Lola Cardona (Julia), Rafaela Aparicio (Milagros), María Caro (Casilda), Francisco Merino (enamorado), José Vivo (camarero), José García Morilla (chófer), Aurore Clément (Laura-Irene Ríos), Germaine Montero (Doña Rosario).
El sur es inevitablemente una película incompleta. Lo que hoy conocemos como El sur es el resultado de montar el material filmado antes de que la producción de la cinta fuera suspendida, dejando la historia a la mitad sin llevar a cabo el rodaje del resto del guión por problemas económicos. La buena relación entre Víctor Erice y el productor, Elías Querejeta, fue la clave para que aquel primer –luego se vería que definitivo- montaje fuera mostrado en el Festival de Cannes cuyo director entonces, Gilles Jacob, quedó conmovido tras verla en un pase privado en Madrid. Rodada en el norte (Logroño) la producción fue aplazada justo cuando ésta iba a ser trasladada a Carmona (Sevilla) para llevar a cabo la filmación de la parte de la historia en la que Estrella conoce a su hermano (hijo de su padre y su amante). A pesar de que Erice siempre ha reconocido el carácter incompleto de la cinta y su deseo de rodar el resto de la historia, la impresionante acogida de público y crítica que recibió le hizo abandonar esa idea. Sin embargo, la película funciona autónomamente. Y a la perfección. Es una de esas bellas casualidades que ocurren de vez en cuando en el cine (recordemos, por ejemplo, el caso de películas de gran valor como Las armonías de Werckmeister de Béla Tarr, una adaptación incompleta de una novela de László Krasznahorkai).
El de Víctor Erice es un caso particular. Se trata de un director con una corta filmografía: sólo ha firmado tres largometrajes (El espíritu de la colmena, 1973; El sur, 1982; El sol del membrillo, 1992) que, sin embargo, es de las más alabadas de nuestro país a nivel internacional. Erice sólo filma cuando su productor le va a permitir elaborar exactamente la película que desea, controlando todos los aspectos de la misma y ajustándolos a su voluntad creativa, hecho que dentro de la industria cinematográfica se da en muy pocas ocasiones.
Bello mosaico de recuerdos
Otoño de 1957. Casa de campo en el norte de España. La pequeña Estrella siente una gran admiración por su padre, Agustín, que –sin embargo- está rodeada de numerosas dudas por su incierto pasado. Se trata de una relación muy especial determinada por un misterioso poder que Estrella atribuye a su padre y que está simbolizada –la relación- en su péndulo de zahorí. La visita el día de su primera comunión de su abuela y, sobre todo, de Milagros (Rafaela Aparicio) supone para Estrella entrar en contacto con el pasado de su padre y, de alguna manera, con el sur. Con el tiempo, atando cabos, Estrella se dará cuenta de que un viejo amor imposible inunda de tristeza la existencia de su padre. Con el paso del tiempo, la niña crece y cambia su relación con el padre.
El Sur es una colección de recuerdos de infancia. Es por ese motivo por lo que, sobre todo al principio, la película es un encadenado de cortas escenas separadas entre ellas por fundidos a negro. Aunque estos cortes frenen el ritmo del relato, resultan totalmente justificados: la memoria de Estrella – y, en general, de cualquier adulto- está fragmentada y en ella sólo se conservan aquellas imágenes mentales que le marcaron en su niñez. Y en esta etapa, todo se idealiza.
El ritmo calmado del que hace gala Víctor Erice como director se traduce en una gran sensibilidad a la hora de abordar aspectos que podrían resultar espinosos como el recurso de la voz en off o los cambios y elipsis temporales. En el primer caso, partiendo de que la historia está conducida por la voz en off de una adulta Estrella, hay que apreciar el correcto uso que se hace de la figura del narrador, de la que no se abusa y que aporta el carácter intimista que necesitaba el hecho de desempolvar recuerdos íntimos de la infancia. Sí es cierto que la voz en off pueda contribuir a teñir de literario al filme que, al fin y al cabo, es la adaptación de un relato. Pero también es cierto, que ese carácter literario no parece jugar en contra de la fuerza de las imágenes ni de lo estrictamente cinematográfico sino al contrario. En el segundo caso, el tiempo –el paso de éste- es un elemento muy importante de la historia. Un buen ejemplo de esto es la escena en que la voz en off de la Estrella adulta nos dice después de que su padre se “escapara” empezó a “desear con todas mis fuerzas poder crecer y crecer, hacerme mayor de repente y poder huir de allí”. A continuación, vemos a Estrella con ocho años alejándose en bicicleta por el camino que su padre llama “la frontera” y, a continuación, la vemos regresar también en bicicleta pero ya con unos catorce o quince años, en plena adolescencia.

Otro aspecto a destacar son los espacios en off. El más importante de ellos es El Sur, nombrado y evocado a través de toda la historia, termina por convertirse en un elemento de algún modo presente. Está representado por las dos mujeres que vienen para la primera comunión de Estrella y por el viejo amor del padre, Irene Ríos.
Las dos actrices que interpretan a Estrella de niña (Sonsoles Aranguren) y de adolescente (Icíar Bollaín) son, sin duda, lo más luminoso en esta sombría película. La fotografía de José Luis Alcaine se caracteriza por explorar los límites de la oscuridad sobre todo para remarcar tres aspectos: el carácter borroso o impreciso de los recuerdos, el aire de misterio que rodea al padre y el frío paisaje norteño en el que transcurre la acción. En el ámbito de la fotografía, una de las escenas más complejas–y significativas, en conjunto- es aquella en la que Agustín enseña a utilizar el péndulo a Estrella y aquí se observa la influencia del claroscuro y el juego de contrastes fuertes entre luces y sombras.
En el plano de la interpretación, para Icíar Bollaín (Estrella adolescente) El Sur supuso su debut como actriz de cine. Se trata de uno de esos milagros de la interpretación y es que su papel, plagado de sutiles matices, está desempeñado con una mágica veracidad, que consigue elaborar un retrato preciso de esa “mujercita” que comienza a desmitificar a su padre –la admiración se torna en compasión- , a descubrir el amor y que siente la necesidad de traspasar esa “frontera” y viajar hacia una nueva etapa de su vida, hacia el sur. El tiempo no haría sino confirmar que el gran trabajo de esta jovencísima actriz no era algo aislado ni fruto de una bella casualidad y es que Icíar siguió interpretando papeles en filmes de directores como Manuel Gutiérrez Aragón (Malaventura, 1989), Felipe Vega (Mientras haya luz, 1987; El mejor de los tiempos, 1990) José Luis Cuerda, (Tocando fondo, 1993) Ken Loach (Tierra y libertad, 1994) o José Luis Borau (Leo, 2000). La gratificante conexión de Icíar Bollaín con el cine no se limitaría al mundo de la interpretación ya que con sus películas como directora ha llegado a ganar el Goya a la Mejor Película (Te doy mis ojos, 2003) o el Premio a la Mejor Película en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes (Flores de otro mundo, 1999).
La película de Erice deja otras actuaciones memorables. La siempre enérgica y veraz Rafaela Aparicio desempeña el papel de criada de una familia andaluza adinerada que transmite a la perfección la cercanía y espontaneidad del personaje que en la película supone un aporte de información muy importante acerca de la relación de Agustín con su padre. Ese acento andaluz y ese modo tan natural de expresarse que han caracterizado a esta ya fallecida actriz cuya filmografía abarca más de cien películas que le han valido múltiples reconocimientos por sus compañeros de profesión (en 1987 recibe el Goya de Honor de la Academia Española).
En resumen, El Sur es una película que derrocha sensibilidad y que apuesta por detenerse a explorar los matices de sus personajes haciendo uso de un estilo sobrio y sencillo pero eficaz y elegante. Y a pesar de estar incompleta, su precipitado final abierto cierra de forma oportuna la historia completando Estrella una etapa de su vida para dar paso a otra. Se trata de una de las escenas más bellas de la película y tiene su antecedente en el día de la primera comunión, cuando Milagros y su madre terminan de vestirla con su impecable vestido blanco y su velo. Entonces, Milagros dice que Estrella está “igualita que una novia”. Preguntando constantemente por él, la pequeña está más preocupada por si su padre acudirá a la iglesia que por el hecho de comulgar por primera vez. Al final de la película, Estrella y su padre están sentados en la mesa de un restaurante en una habitación anexa a otra donde se está celebrando una boda. Antes de despedirse de su padre por última vez, Estrella se asoma por la puerta y ve a una pareja de recién casados - vestidos con los trajes de boda- bailando el mismo viejo pasodoble que ella bailó con su padre el día de su primera comunión. Y es que, sea como sea, todo termina completándose coherentemente en esta incompleta película.